CREATIVIDAD
El concepto principal puede ser un color, algo que se mueve y te llama a la atención... Luego aparece la imagen, la textura que debería tener. Bocetas la prenda a la que darás vida.
Entonces deberás buscar la tela que reúna las condiciones adecuadas, pues una tela inapropiada llevará el proyecto a la catástrofe.
Más tarde, para hacer el patrón, hay que hacer los cálculos oportunos. Y no es tan fácil como traspasar la medida de la persona al papel, sino que debes tener más conocimientos matemáticos de lo que parece; a esto dedicare una nota completa. Traspasar todo eso del patrón a la tela.
Montar cada pieza, ver si van tomando el volumen que deseabas, si la caída es correcta. Ser flexible durante todo el proceso e ir haciendo modificaciones sobre la marcha es importante puesto que a menudo, para conseguir un buen acabado, es preciso hacer los cambios que te pida el tejido o el cuerpo de la persona que lo lucirá.
Es importante que la creatividad esté siempre activa, tanto en el diseño, como en los arreglos que vaya necesitando la prenda. Resulta útil, en algunos momentos, hacer un descanso de o dar cabida a otras actividades, para refrescar la mente y hacer regresar a la musa y continuar con el desarrollo natural de creación.
Una buena modista o sastre debe ser elocuente y aconsejar a su cliente o clienta aquello que le sentará mejor y resulte más cómodo. Aquí, lo más difícil es dar una solución viable y favorecedora a los detalles que, de resaltarse, estarían restando belleza a tu cliente.
DECISIÓN
Confección artesanal o alta costura versus confección al por mayor.
Son varios, los factores que nos hacen decidir dónde adquirir cualquier producto. Lo más natural es buscar la relación calidad precio.
Una gran empresa tiene producción en cadena, máquinas que hacen la mayor parte del trabajo. Crean productos que se ven después repetidos y terminan despersonalizándote. Productos, que cubren necesidades básicas pero nos abocan al consumismo, debido a que tienen acabados mediocres, a causa de la automatización de los procesos de producción. O en ocasiones a la baja calidad de las materias primas, que reducen el coste final. Por comodidad, solemos ir a buscar ese comercio que tiene stock diverso y nos permite elegir entre varias opciones aquello que buscamos.
Cuando trabajas con tus manos tienes una producción más lenta, el proceso siempre se empieza desde cero. Comienzas con el diseño del producto, toma de medidas, patronaje, selección de telas, corte, confección provisional, pruebas, modificaciones para ajustar el producto a la clienta (cosa que convierte cada producto en único e irrepetible), confección y acabados definitivos.
El acabado es lo que finalmente diferenciará un producto artesanal de uno industrial; hecho a mano, remates de costura que no se descosen, hilos que no se sueltan. Habitualmente esto implica más horas de trabajo que la misma confección de una prenda. Un largo y laborioso proceso que otorga calidad al producto; se gastará antes la tela que rasgarse una costura, y tendrá una vida útil más larga que la de una prenda elaborada por máquinas. Con el valor añadido de que los productos tienen personalidad propia, cada uno adaptado y con el toque especial de su dueña.
INVESTIGACIÓN
Un día, repentinamente, la máquina empieza a coser como una desquiciada, unas puntadas bien, otras flojas, otras no las da…
La primera reacción es buscar en YouTube la causa de la abrupta actitud de tu herramienta de trabajo. Ante la ausencia de una coincidencia que justifique este mal funcionamiento, el siguiente paso es consultar con la voz de la experiencia, “la Tita Araceli”, que sabiamente instruye y aconseja:
Hay que revisar, desmontar y limpiar todas las piezas que pueden estar implicadas. Entonces, cuando sigue habiendo problemas, debes acudir al libro de instrucciones de los años 60 y hacer un trabajo de investigación. Buscas las “7 diferencias” y… ¡¡¡Eureka!!! La primera diferencia tiene la culpa de los metros de hilo desperdiciado en comprobaciones; efectivamente hay un problema. Un tornillo se ha dado a la fuga.
DEDICACIÓN
Cuando te dedicas a una profesión, tienes muchos modos y motivos de hacerlo. A veces lo haces por necesidad; trabajas con la mejor intención, pero el trabajo se hace rutinario. En otras ocasiones lo haces por comodidad; se te da bien o te parece cómodo, pero esta opción puede hacer que te sientas vació e inútil. Hay personas que lo hacen por obligación; por mantener un legado familiar, por ejemplo. Algunos pueden llegar a sentir que su vida se estanca.
Un día estás haciendo algo y ocurre el milagro: te has sentado a realizar una tarea sin pensarlo demasiado, el sol ha terminado su recorrido hasta el horizonte, miras el reloj y enciendes la luz, pero sigues trabajando. Pasan las horas y no tienes sueño, no tienes hambre… tu único anhelo es continuar, ver terminado lo que empezaste hace un ratito. Entonces, llegas a tu objetivo, tienes lo que estabas elaborando terminado, lo vuelves a revisar y llega la satisfacción. Alzas la vista hacia la ventana y comienza a salir el sol de nuevo. Han transcurrido horas que parecían minutos, y toda tu energía estaba concentrada en esa tarea, sin importar el tiempo ni el cansancio.
En ese momento sientes que ese trabajo es lo que te hace sentir bien, y entonces, entiendes el significado más amplio de la palabra dedicación.
Las fotos que veréis al lado son una brevísima ilustración del proceso del vestido de novia, que iba compartiendo con la ilusionada prometida.
INSPIRACIÓN
La inspiración llega en cualquier momento, lugar y situación, incluso mientras duermo a veces me despierto recordando los detalles de la ropa que llevaban los protagonistas nocturnos de mi psique. Para poder aprovechar la musa cuando llega, es muy importante estar siempre preparada o tener una muy buena memoria. Tengo la gran suerte de tener una muy buena memoria visual, lo que me da una gran facilidad para retener la imagen de aquello que llegó por casualidad, o no, a mi mente. De todas maneras siempre que me es posible, voy equipada con papel y lápiz para poder dibujar aquello que pasa flotando en la corriente de imágenes, situaciones y pensamientos de la que está formado el río de la vida.
EUFORIA
Cuando recibes el primer pedido importante: en primer lugar, te invade un sentimiento eufórico de optimismo. ¡Lo conseguí, me han pedido un vestido de novia! Después, te empiezas a plantear la complejidad del trabajo y, lo más importante, lo que espera recibir tu clienta y sus expectativas. Al planteártelas algo te hace estremecer: los sentimientos asociados a ese vestido, será el objeto más preciado, admirado y valorado del día más importante de una persona y un recuerdo para toda la vida. Por último, te centras, piensas en tu capacidad como artista y trabajadora, y… vuelve la euforia, esta vez más controlada, sabiendo que tu profesionalidad y tu empatía para entender las necesidades y gustos de tu clienta, estarán a la altura de tan ambicioso proyecto.
La novia tenía claro lo que quería, un vestido con personalidad, asombrosamente original y atrevido.
Tras enviarme un esbozo del vestido de sus sueños hecho por ella misma, vimos juntas los estilos que podían fusionarse, compramos las telas a su gusto y perfilamos el diseño perfecto, para hacer encajar todas las piezas.